Cara B

Crónica de un desencanto

Posted on 23/09/2013 Actualizado enn 23/09/2013

Desde hace demasiados años he estado dedicándole mucho esfuerzo, ilusión y horas a eso tan difuso como el emprendimiento en la administración pública. Y no me refiero a la labor que intento desarrollar diariamente en mi puesto de trabajo, sino al desvelo en mis pocas horas libres a potenciar, difundir e impulsar la necesaria modernización de las administraciones públicas.

En fin, que en la humildad de mi mismidad intentaba proponer, opinar, participar en aquellos foros en los que se hablaba de la Administración.

Por supuesto, que implícita en esta labor se encontraba la imprescindible participación en la red social de quienes tienen estos mismos intereses. Durante los últimos años he conocido (virtualmente) a muchos grandísimos trabajadores públicos con el generoso interés de mejorar, de ofrecer un servicio digno, de luchar en su entorno profesional por racionalizar procedimientos y herramientas. He compartido con ellos propuestas, discusiones, opiniones y formas de entender «lo público».

Pero aquel interés asociativo, aquel interés por compartir con quienes tienen mi mismas expectativas ha desaparecido. Ha sido un proceso lento pero constante. Cuando busco las razones que han provocado esta reacción no las encuentro; o al menos no encuentro motivos claros y puntuales. Creo que ha sido una concatenación de sucesos los que han provocado mi descreimiento. Varios proyectos de iniciativas colaborativas completamente frustradas. La constatación de que somos muchos los interesados pero muy pocos los impulsores. La sensación de «soledad compartida» que he sentido durante los últimos meses. El abandono y la desilusión que me invadieron hace mucho tiempo,…

El último empujón, la confirmación de mi desaliento, la gota que colmó el vaso sucedió con ocasión de la celebración del Encuentro Nacional de la Blogosfera Pública. Para quienes estáis inmersos en esta historia no tengo que explicar lo que es y lo que significa un acontecimiento de este tipo. Pues bien, el hecho de que los organizadores decidieran que no era digno de participar en este grupo me produjo una profunda desilusión. Realmente me impactó. Vi y observé como gente con quien había estado relacionándome, participando y compartiendo proyectos en los últimos años participaban en un evento tan importante al que yo no había sido invitado.

Debo decir que Marta de Miguel @mamiesp tuvo el detalle de ofrecerme participar desde casa, aunque bien es cierto que lo hizo 2-3 días antes de la celebración del encuentro, cuando este ya estaba organizándose y diseñándose desde hacía meses. No obstante y teniendo en cuenta que Marta no pertenecía al comité organizador, es un detalle que le honra. También es cierto que David R. Jordán @davidrjordan mencionó en algún comentario de algún post relativo al encuentro unos días antes de su celebración, que echaba de menos entre los participantes a algunos compañeros «históricos», entre los cuales me incluyó.  Otro detalle a valorar es que  yo llevaba en el momento de la celebración del Encuentro unas semanas alejado de la blogosfera, debido a un suceso personal trágico, que me impidió centrar adecuadamente mis intereses y expectativas.

Todo ello es cierto, pero esos mínimos «detalles» no evitaron mi sensación de abandono y olvido. No quisiera parecer presuntuoso o soberbio, cual niño que se enfada porque no es invitado a la fiesta de cumpleaños de quien él considera un amigo. No es eso. Es la sensación de que el esfuerzo y el tiempo de dedicación a estos proyectos no han recibido la recompensa que creo que merecieron. Es la percepción de que en este proyecto no cuenta el esfuerzo, la constancia, el trabajo realizado, sino estar en el sitio oportuno, en el momento adecuado.

Realmente, este hecho es lo que me hizo entender que este mundo de funcionarios, trabajadores públicos y no públicos, interesados por mejorar la administración es un mundo insolidario y olvidadizo.

Por último, tengo una sensación desalentadora (y espero que no sea como consecuencia del pesimismo que me invade en este aspecto) y es que tengo la impresión que alguien o «alguienes» han observado un gran potencial en esto de promocionar a los intraemprendedores e innovadores públicos y han decidido (en ocasiones desde fuera de la administración) tomar las riendas de esta iniciativa, ponerse al frente de ella y redirigirla, con el consentimiento callado de todos los que han estado trabajando aquí desde hace tiempo. Hay quien ha hecho de esto su forma de vida y sustento. Tienen todo el derecho del mundo, pero creo que se apropian de áreas descubiertas y «trabajadas» por grupos anónimos que se lo han estado currando durante los últimos años. Tengo la impresión de que en este puerto casi olvidado durante años del Inprendimiento público ha desembarcado una casta de superfuncionarios que nos han invadido sin habernos enterado.

Como digo, una sucesión de situaciones y sensaciones han provocado finalmente que esté escribiendo este epílogo a mi participación en la difusión del intraemprendimiento en las administraciones públicas.

Mis intereses e inquietudes siguen siendo los mismos. Seguiré luchando por mejorar mi entorno profesional, por realizar propuestas innovadoras, por intraemprender. Pero lo haré sólo (como por otra parte lo he hecho hasta ahora), o mejor, lo haré con la sensación de estar sólo. Esa red social de emprendedores públicos me ha ofrecido un apoyo moral, que no es poco, pero se ha quedado en eso, en un apoyo moral.

La decisión es drástica (espero no arrepentirme en el futuro), hasta el punto que he tomado la determinación de desvincularme completamente de las redes sociales que dan sustento a estos grupos de inprendedores. Seguiré en contacto con quienes he mantenido una relación más personal, aunque hayan sido en momento puntuales, a los que valoro, respeto y aprecio además en otras facetas ajenas a su compromiso público.